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Primera migración temprana al río de la plata (1770-1810) - Parte I

Cuando nuestros ancestros emprendieron el azarozo e irreversible peregrinaje de la inmigración hacia América, hacían caso omiso al antiguo proverbio que aconsejaba permanecer entre camninos conocidos antes que acometer sobre otros a descubrir. De tal modo, desde distintos puertos como Baiona, Biarritz, Sevilla o del mismísimo Bilbo, con o sin pasaporte, en primera clase o como polizontes, debieron alejarse de su Euskadi natal, ya por falta de oportunidades laborales, ya por sufrir persecusiones tanto del poder español como del francés, una vez que la nefasta Revolución francesa pareció por siempre empeñada en hacerlos desaparecer de la faz de la tierra.

El más claro ejemplo de la sinrazón lo darían los carteles colocados tanto en iglesias como en escuelas del Iparralde a partir del año 1793 rezando:

"PROHIBIDO ESCUPIR Y HABLAR EN VASCUENCE".

También justo será dejar sentado que en la inmigración de finales del siglo XVIII llegaron al puerto de Buenos Aires vascos de clases sociales bien diferenciadas. Las familias poderosas de Euskadi (Los Álzaga, Urquiza, Anchorena, Madariaga, Sarratea, Santa Coloma, por citar sólo algunos apellidos entre un centenar), numerosas en hijos todas, enviaron a la colonia a algunos de ellos, sustentados en el sistemático plan de crear feudos en distintas regiones (al mejor estilo de las familias de Parientes Mayores vascas), impedidos como estaban por la Ley de Mayorazgo de acceder al patrimonio familiar.

Haciendo valer su enorme poderío económico, aquellos jóvenes euskaldunes rápidamente se insertaron en los círculos de poder del Buenos Aires colonial. En cambio, por otras razones y con mínimas posibilidades económicas, miles de vascos, entre otros tantos grupos regionales europeos, llegarían a estas tierras en busca del futuro allá denegado.

LAS INVASIONES INGLESAS

Los vascos, como no pudiendo escapar al sino trágico de las cuestiones bélicas, prontamente entendieron que las guerras de Europa se trasladaban a la colonia, producto de la insaciable sed imperialista de las monarquías europeas, donde ya se cocinaba a fuego lento la idea separatista, aunque no significaran a finales del siglo XVIII más que intentos divorciados de estrategia alguna, pergeñados por grupos de disímil conformación como "realistas y criollos".

Y entonces, los intentos invasionistas anglos hicieron las veces del detonante necesario para que Buenos Aires tomara conciencia que la emancipación, más que factible, era necesaria porque los franceses también podrían sumarse a la lista de potenciales "piratas" en busca del preciado botín que atesoraba un territorio inacabable.

Comenzará a partir de aquel momento histórico a prevalecer en la vida política y socio-económica de la colonia la interminable legión de apellidos vascos con que se nutriera la Republica Argentina.

Martín de Álzaga y Olavarria, será seguramente el politico de mayor predicamento de la epoca y con el naceria el linaje de una familia siempre ligada, para bien o mal, a los intereses del país. Héroe de la reconquista de la ciudad y posterior fortalecimiento del gobierno hasta ser nombrado Alcalde de Primer Voto, había nacido en la villa de Aramoya, provincia de Araba, en el año 1755. Con tan solo once años fue enviado por su padre a Buenos Aires y aqui fue recibido por su amigo Gaspar Santa Coloma, un rico comerciante vasco y arabes, llegado al puerto de Buenos Aires dos décadas atrás.

 

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