Texto

Sabino de Arana y Goiri Padre del nacionalismo Vasco parte III. Profesor Luis Lúquez

Evidentemente, más allá de cualquier connotación familiar, Sabino cargaba en su espíritu con un problema moral de casi imposible extirpación que lo llevaba a enfrentarse con su propia sociedad. Los jesuitas del colegio de Orduña lo habían acusado de conspirador y según los códigos, conspirar significaba, cometer un delito. Sin haber cumplido veinte estuvo cara a cara con la muerte (incluso, recibió la santa unción) y aunque lograra recuperarse de aquella gravísima enfermedad fue evidente que las secuelas serían quienes condicionaran su vida hasta cercenarla cuando apenas tenía cumplidos treinta y ocho años.

 Retornando a sus cuestiones de estudiantes, debemos decir que no fue un joven aceptado por sus compañeros y que incluso, fue un alumno incómodo para sus profesores y autoridades del colegio. Sus biógrafos lo han considerado un autodidacta, aunque toda su vida leyera incansablemente y pocas veces estudiara los temas puntuales de las materias del bachillerato. Él mismo llegó a considerarse un mal estudiante, puesto que jamás logró sujetarse a las normas de estudios y programas establecidos. tampoco mostró interés por la poesía, la pintura o la medicina, por caso. Desde temprana edad, sus preocupaciones pasaban por otros asuntos como la identidad de sus compatriotas, las permanentes invasiones españolistas y francesas y fundamentalmente, por un interrogante que lo develaba: ¿Por qué razón los suyos aceptaban privilegios concedidos por el invasor si eran los vascos los dueños de tierra que pisaban?.

Basaldúa, seguramente su biógrafo más confiable, asegura que a los dieciséis años, Sabino ya era un hombre, no sólo en lo físico sino también en lo moral. Sus ideas superaban largamente la media de la juventud y ya desde los diez años expresaba un inmenso amor por su patria, por mucho que su padre, un carlista confeso y manifiesto, complicara sus ecuaciones. Siempre siguiendo los dichos de Basaldua digamos que se había producido en Sabino una completa revolución interna al comprender que no hubo sido un carlista "per se" sino un carlista "per accidens". Sólo pretendía que el príncipe Carlos, heredero de la corona hispánica, al convertirse en rey, jurara los Fueros y respetara los derechos de Bizkaia y por extensión, los de su Euskadi todo.

Una vez recibido de bachiller sopesará su futuro. No le interesó trabajar en la compañía astillera familiar, convencido como estaba, que el mundo de los negocios no le pertenecía. tentado estuvo por ingresar al seminario para convertirse en cura y muy cerca se vio de ingresar a la Compañía de Jesús. Pero, como amante de la libertad que era, se convenció que no podría vivir sometido a terceros y a disciplinas demasiado rígidas y por tanto, decidió dedicar su vida a la prédica de concientizar a sus paisanos que tenían una identidad varias veces milenaria que debían defender a como diera lugar.

De todos modos, no la tendría fácil, puesto que chocaría contra la falta de confianza de propios y extraños y sobretodo, con la marginación a que los sometían ambos estados colindantes. Mucho le dolía la falta de convicción y la ignorancia de sus compatriotas, así como la poca enjundia de los suyos para acometer tamaña gesta separatista. Largas conversaciones con su hermanos Luis le sirvieron, a la postre para entender que no era un vencido sin haber protagonizado una sola batalla. Durante mucho tiempo, supuso correr la misma suerte de su padre, de la guerra perdida por el carlismo y por la pérdida de su casa en Abando.

Sería su hermano mayor, Luis, un referente irrefutable en la vida. Siempre escuchó con atención las charlas de Luis, conocedor de las ciudades más importantes de la península como Madrid, Andalucía o Galicia, donde preparaba su ingreso a la facultad de Arquitectura. Luis le contará que afuera las cuestiones del nacionalismo vasco son tomadas en sorna, que casi nadie considera a los vascos un pueblo dueño de su identidad y sin dejarle claro los por qué, de inmediato establecerá largos silencios para que Sabino, por su propia cuenta, tomara conciencia de las dificultades que encontraría a cada paso si decidiese enfrentar el poder centralista.

Asimismo, todo indica que durante unos de sus frecuentes viajes de regreso, Luis dejó sobre la mesa del living de la casa paterna un ejemplar de EL NOTICIERO BILBAINO fechado en setiembre de 1881 con unas cuantas líneas subrayadas:

"Bizkaia era un Estado independiente que elegía por el voto de sus repúblicas en Juntas generales, mandatarios que ejecutasen sus acuerdos y rigiesen el Estado con arreglo a ellos y a las reglas consuetudinarias". Para Sabino significó un impacto enorme que el pasado de Bizkaia fuese una democracia esplendorosa en contraste con un presente que todo lo había perdido. Sin embargo, duros acontecimientos familiares demoraron más discusiones apasionadas entre los hermanos Arana. la muerte de su hermano mayor, Juan, en Francia y la enfermedad que aquejaba a su padre relativizaron por un tiempo lo atinente al nacionalismo vasco.

Pero, meses más tarde volverían a enfrascarse en discusiones sin final cierto. Se defendieron y atacaron con el sólo objetivo de descubrir la verdad hasta que Sabino descubrió, definitivamente, que Bizkaia nada tenía que ver con España. Totalmente alejado del carlismo, vio en el Fuerismo el único camino para defender sus ideales, los de su provincia y por ende, los de Euskadi. Entonces, comenzó a estudiar a héroes casi contemporáneos como Zumalakarregi, vencedor d ela sbatallas de Salvatierra, Arguijas y Ormaiztegi. Cuando leyera a Chao, sabría de su pensamiento sobre el caudillo de las Amescoas.

Ya convertido al nacionalismo más puro, Sabino supo angustiarse con un expreso interrogante: ¿qué debía hacer en tales circunstancias?. ¿De qué manera vivir a tan temprana edad?. Lo obnubilaba saber que debía defender la tierra de sus mayores sin saber a ciencia cierta de qué modo. Un año tardaría en disipar tantas dudas hasta estar seguro que su misión terrenal era salva al país. Tuvo claro, entonces, que debía prescindir de los demás afectos, que ya no llevaría una vida normal y que mucho debería estudiar, apartándose de la docencia oficial.

Tomó como un compromiso de vida adoctrinar a sus compatriotas para que le tomasen el gusto a la "vascología". De tal modo se introdujo en la vida socio-política de su Bizkaia, lo que le valdría el mote de disertante de escaso contenido, falto de ideas o teorías sustentables. Aunque también tuvo destacados defensores de la talla de Joxe Azurmendi cuando éste se ocupara de su pensamiento político: "Sabino fue el autor de una teoría muy simple porque tenía que constatar las razas, los idiomas, las costumbres, las tradiciones, la Psicología, que los vascos como pueblo estábamos a punto de desaparecer y que quien nos ahogaba era el Estado español. Hizo todo eso y para qué más".

Al paso del tiempo, Sabino crearía un país con lo que esto conllevaba, sus formas, sus límites, la expansión de su lengua, el propio modo de ser, su bandera, su himno, sus símbolos, su razón de ser, sus singulares calendarios, su nemeración euskérica usual, hasta el análisis y corrección del modo de dirigirse a Dios en el padre Nuestro. Fue en síntesis la rampa de lanzamiento hacia un futuro que sólo los iluminados podían prever

Novedades

El profesor Luis Lúquez Minaberrigay presentó su novela REBELDÍA EUSKA

Leer más

La Universidad Vasca de Buenos Aires organizó las Cuartas Jornadas de Cultura Vasca en el Congreso de la Nación

Leer más

Cursos en CD

Todos los materiales histórico-culturales a través de los cuales el Instituto de Cultura Vasca Eneko Aritza basa su actividades se editan en formato cd.

Consultar

© 2018 Instituto de Cultura Vasca Eneko Aritza | Todos los derechos reservados | Buenos Aires - República Argentina