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Historia Vasca Sabino Arana Padre del nacionalismo Vasco. Profesor Luis Lúquez Minaberrigaray

La última etapa de la vida de Sabino estuvo enmarcada en el puro contraste. Al salir de la cárcel por última vez su estado físico estaba muy lejos de resistir los embates de su mortal enfermedad y de hecho, rechazó las manifestaciones masivas organizadas para demostrarle su total apoyo. Demacrado, débil y sumido en manifiesto enojo iría al encuentro de su mujer en la ciudad de Pedernales. Se debatía ya en la impotencia de "querer hacer" sin caminos ni fuerzas anímicas para hacerlo. Al mismo tiempo, los hechos políticos acaecidos le dan noción exacta que quienes no estuvieron cerca suyo jamás lograron entenderlo, y siguieron sospechando de sus intenciones nacionalistas.

Una carta escrita a Engracio Arantzadi nos diría a las claras su pésima predisposición a buscar en su gente el respaldo que tanto necesitaba: "Pude después de cinco meses de separación forzosa, por fin, abrazar a mi mujer. Mucho sentiré por su aflicción permanente y las incomodidades a que la he sometido con mi permanente luchas por la identidad de los nuestros. Al día siguiente salimos para acá, huyendo de visitas y entrevistas en busca de este alejado lugar. me he dispuesto a pasar este mes en perfecta tranquilidad. Estamos unidos aquí los que fuimos unidos por Dios y no debemos se separados por la fuerza humana".

En el balneario de Cestona parecía que el matrimonio había hallado calma, pero no fue así. Sus problemas judiciales parecían cuento de nunca acabar. El Ministerio de Justicia interpuso un recurso de casación contra el fallo que otorgara su libertad. En plazo perentorio debía revalidar los fundamentos o Sabino volvería a la cárcel. Semanas más tarde la Policía comenzó a perseguirlo. Su hermana Paulina le dio aviso y dio comienzo a una "cacería" vergonzosa. Huyó de Pedernales y también de Gernika hasta recluirse en el Monasterio de Loyola donde retomaría sus habituales ejercicios espirituales.

Y como no podía ser de otra manera, se separará nuevamente de su mujer hasta que todo se aclarara judicialmente.. Su hermana volvió a salvarle la vida al conducirlo en un coche tirado por caballos hasta la estación ferroviaria de Zumarraga. Lamentablemente, al subir al tren, dos guardias civiles se sientan cerca en muestra indudable que le seguían los pasos. Cuando le contara al mismo Arantzadi los pormenores de aquel viaje, poco menos que lo asociamos a un argumento de novelesco. Comentaría que al concluir el viaje, ya dentro del hotel donde se alojara, quemó parte de su barba con cigarrillos para no ser reconocido. En Alsasua cambió de tren, despistando a sus perseguidores, logrando descender en una estación próxima a Pamplona.. Ingresó a la ciudad en medio de la oscuridad y parado en el pescante de un omnibus. caminaría corto trecho hasta hallar una barbería donde se quitó completamente la barba dejándose sólo el bigote, Al día siguiente compró una "chapel" de color negro y viajó hasta Navarra para encontrase con su amigo de confianza Oiartzun.

Sabino nos contará las nuevas peripecias de un viaje interminable con huida a ninguna parte, lamentablemente:

"Ya era noche oscura cuando ingresamos a Roncesvalles. Llovía demasiado y nada se veía. Llegamos a lo alto de la montaña a las cinco de la mañana. No se veía a un palmo de la nariz. Luego, descendimos al pie de la barranca del Diablo allí donde dicen los vascos mataron al soldado Roldán en la batalla de Orreaga. Pasamos cinco horas más bajando la barranca sobre tremendos precipicios, bajo el agua y el frío y una niebla que dañaba mis pulmones.Varias veces se apagaron las luces de los faroles y hasta dejamos de vernos nosotros. Yo iba adelante, mi amigo detrás, tirando de las riendas a la pobre mula. A las diez de la mañana llegamos sin fuerzas, casi a Valcarlos, el último pueblo fronterizo. Cuando la posadera nos vio, no podía creer que hubiéramos podido atravesar un territorio que ni siquiera los arrieros lograban hacerlo si no estuvieran acompañados por el buen tiempo".

EL FIN

En la última foto que tenemos de Sabino con vida, lo vimos en lo alto de un pico, sobre una inmensa llanura, acompañado por dos inmensos perros. Parecía disfrutar, a juzgar por su semblante, por dominar la tierra. Pero, su enfermedad, avanzaba impiadosa y sólo le quedaban pocos días de vida, para beneplácito de sus enemigos y si no leamos este nefasto pensamiento de Moret, ministro de Madrid: "Sería más gallardo para él que muriera en la cárcel. La tranquilidad de España bien vale la vida de este hombre desdichado y hasta extraviado en sus ideas. Nunca nadie lo entendió. ¿para qué vivir, entonces?".

Desde este patético pensamiento bien podemos entender cuanto le temían. Su enjundia nacionalista prendía, aunque lentamente en sus paisanos.

En julio de 1903 su enfermedad terminal era ya de conocimiento de su hermana Paulina y su hermano Luis, aunque él se había alejado lo suficiente de todos para no complicarlos con su delicada situación judicial.

Luis también tendría acceso a los últimos movimientos de Sabino por palabras de su cuñada Nicolasa. Todo indicaba que se había hecho tratar por especialistas en París, pero que ante el diagnóstico devastador de la ciencia se había negado a proseguir bajo la medicación sugerida, dando lugar al avance de la enfermedad en su cuerpo absolutamente debilitado. El doctor francés, Bécleré le aconsejó viajara a Berlín para proseguir el tratamiento pero también lo desoyó. Con Sabino ya en cama y postrado, ante lo irreversible del proceso viral, Luis se eregiría en sucesor ,celebrando el triunfo nacionalista en la elección de consejales con un banquete organizado por el nacionalismo bilbaíno, informando en aquel banquete que la salud de Sabino mejoraba lentamente. Una mentira piadosa para que los suyos mantuviesen en alto la moral.

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