Docente de la Universidad Vasca de Buenos Aires y el Instituto Superior de Cultura Vasca.

El año, junto a sus estaciones, está marcado por rituales que nos señalan el inicio y final de cada ciclo. Éstos se exteriorizan mediante ritos sagrados que conforman expresiones portadoras de armonía, protección y paz donde la naturaleza aparece en toda su dimensión. Por supuesto, bajo estos elementos subyacen conceptos religiosos pre-cristianos arraigados en nuestro pueblo y tomados de aquéllos, su modo circundante y envolvente que constituirá su diario vivir.

Significativa importancia se le concede a la luz a lo largo del ciclo anual y vital. EGUSKI (el sol) durante el día e ILARGI (la luna) durante la noche, son quienes acompañan la vida diaria y el período de nacimiento, reproducción y muerte de la vida natural a lo largo de trescientos sesenta y cinco días.

La mentalidad vasca está regida por la naturaleza, quién a través de sus transformaciones, esperadas y celebradas por el hombre de campo, señala el transcurrir de la vida, a veces, con grandes sacrificios, para culminar en la celebración como premio del esfuerzo colaborativo, no sólo entre los hombres, sino también de éstos con la naturaleza.

Los dos grandes eventos astrales están constituidos por las celebraciones de la noche de San Juan que corresponde al Solsticio de verano, fecha en que el sol acompaña por un prolongado tiempo a la tierra y sus moradores y sucediendo la antítesis en Nochebuena y Navidad, la noche en que las tinieblas cubren la tierra en forma prolongada, causada por la lejanía del sol. Este transcurrir está ritualizado por la protección mitológica en un tiempo fijo y un espacio sagrado, referenciado en el proceso cíclico de los solsticios.

En esta nota, dado que transitamos el mes de diciembre, le daremos espacio al solsticio de invierno en el hemisferio norte y a su celebración en Euskal Herría en forma especial.
ELEMENTOS RITUALES:
Son diversos los elementos que convocan a estas celebraciones que protegieron a nuestros mayores durante milenios y hoy subyacen bajo las "celebraciones cristianas" que se llevan a cabo. Toda celebración significa vínculo con la familia, los integrantes del pueblo y hasta los más distantes se reúnen con espíritu festivo porque en su comunidad se celebra y se agradece.
LUZ:
Los elementos más preponderantes son:
EL FUEGO: sustituye al sol en la noche más larga, la luz del sol sustituida por el resplandor y el calor del fuego, el cristianismo la troca en ese pequeño niño que nace y trae la luz a todo el mundo, esa nueva luz que irrumpió en las tinieblas (Isaías 9:2)
EL ÁRBOL: Representante de la vida, será luego, en semana santa el árbol de la cruz que nos trae la salvación.
EL OLENTZERO: El anuncio de la buena nueva sucede en la persona de este mítico personaje que ocupa el lugar de los pastores relatados en el mensaje.
BELENES: La representación artística en las iglesias, artesanal en cada casa y teatral en colegios e instituciones públicas, completa los elementos propios de la navidad vasca para esta celebración. De la leña que se juntó en el otoño, se separa un tronco grande o nudoso para que dé calor y luz a los integrantes de la casa durante el ciclo de navidad en el que coinciden los días más largos. El Olentzero, en otras regiones, es el mensajero que anuncia el nacimiento de Jesús. Este personaje de gran tamaño, vestido con pantalón, blusón, chaqueta oscura y boina, luce pañuelo al cuello y un bolso en sus espaldas, un pequeño cayado con un farolito en sus manos para iluminar el "descenso", ha estado atareado en el monte, preparando el carbón para los días más fríos del año. Baja precipitadamente al pueblo, anunciando la Navidad y regalando alegría a los niños por el nacimiento de Jesús.Éste, igual que los pastores bíblicos, realiza una ardua tarea, viviendo alejado de su grupo social. Desde una mirada antropológica, es la personificación del año que finaliza. Éste es el motivo de su vestimenta, llega viejo y desaliñado a este solsticio, para luego desaparecer, sigiloso y olvidado. Al cabo, regresará al anonimato hasta el año siguiente.

El anuncio cristiano de la buena noticia del nacimiento del Salvador, será dado a unos pastores, quienes al igual que el Olentzero, representa humildes trabajadores rurales, que desde su sencillez, trasmiten con alegría el mensaje salvífico del nacimiento del Niño Dios. Actualmente, por medio de las escuelas y la TV, ocupa un lugar preponderante en la esfera urbana y es el símbolo identitario de la navidad vasca, asociado sólo por un día al buen comportamiento infantil porque todos los niños deben retirarse a sus hogares antes que caiga el sol. Las cartas, dibujos y ensayo de cantos de los villancicos para cantar de casa en casa, a pesar del frío reinante, a cambio de unas castañas calentitas, está a cargo de las iglesias y los colegios.

BELENES: La construcción hogareña de los "belenes", pesebres, nacimientos o portales se lleva a cabo en cada familia, sobretodo en las zonas rurales, lugares habituales para reunirse con los mayores y demás parientes para celebrar estos días festivos. Ciertas familias conservan desde hace centurias las figuras del nacimiento y se reúnen en un clima piadoso y festivo para el armado de los pesebres, tareas y elementos que se trasmiten entre generaciones. En las zonas urbanas, la presencia de las escuelas y la TV permitió que esta rica herencia continúe vigente, actividad en la que los niños intervienen ruidosamente.

CONCLUSIONES: Sostenemos de este modo que la llegada y posterior presencia del cristianismo en tierras vascas, se sumó a su herencia milenaria, conservando aún hoy su estructura cósmica, no generando ruptura en ninguna de ambas creencias, ni en las manifestaciones de fé y devoción cristiana, ni en las dimensiones mitológicas anteriormente citadas.

BIBLIOGRAFÍA
JULIO CARO BAROJA       De Arquetipos y Leyendas             Madrid, 1951
HARTSUAGA J.                Mitología Vasca Comparada           Donostia, 2004
SATRUSTEGI J.M             El Solsticio de invierno                   Navarra, 1974