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ENSAYO HISTÓRICO SOBRE POBLACIONES BALLENERAS VASCAS EN EL CANADÁ (1400-1600) - Ingeniera Amaia Cerbera

A PROPÓSITO DE LOS MITOS EXTENDIDOS SOBRE LOS TEMORES QUE GENERABA EN LOS PESCADORES CAZAR BALLENAS:

Dentro de la saga de importantes trabajos recopilados al respecto, donde la Literatura abrevó, nos inclinamos por una investigación realizada Joannes Etxeverri, con traducción del Dr. Gurutz Garmendia. Se trata de una oración o plegaria, escrita en un euskara matizada con expresiones de dialectos descontextualizados, que bien podría resumirlo todo:

BALEA COLPATU ETA                                                                                   UNA VEZ ARPONEADA LA BALLENA

Launa geure arte baño ghehiago cureaz                                                    Señor, más por tu arte que por el nuestro,

balea cauritudugu arpoñaren colpeaz                                                        hemos herido a la ballena con golpes de arpón

Arren bada eguigucu (laun putxanta) gratia                                              Jaungoikoa, por favor, danos la gracia

sarri quelditeco arrain itsassoco handia                                                     de que siga abundante el gran pez de mar

Gutaric garabic caurtxu gabe bere indarraz                                               Sin que hiera a ninguno de nosotros con su fuerza

Edo txalupa irauli gabe guillaz gañera,                                                        Ni con su pecho o cola cuando sale enlazada.

Edo bereguin eraman gabe urtan behera                                                   Sin que vuelque la txalupa y quede quilla arriba

Arren beguira gaitcatcu gaita hauc guztietaric                                           O sin que nos lleve con ella aguas abajo.

Irabacia de handi, perila era handia                                                             Por favor, líbranos de todos estos males

Beguira diecacugu principalki bicia                                                              para que te lo agradezcamos al volver a tierra

                                                                                                                            La ganancia es grande, también el riesgo.

                                                                                                                            ¡Consérvanos, principalmente, la vida!

Sin embargo, no acababan allí los temores por lo que representaba la caza de la ballena en territorios tan alejados de Euskadi, donde los balleneros perdían durante muchos meses todo contacto con sus familias. A partir de tantas angustias y preocupaciones tenían lugar en los poblados de donde eran originarios los pescadores, distintas ceremonias donde las "bruxas" contratadas "hacían valer sus poderes", pronosticando el devenir y la suerte misma que podrían correr los ausentes. Por lo tanto y para certificar cuanto decimos, hemos recurrido a un documento esencial que publicara en el año 1933, en el País Vasco, el notable investigador vasco, Julio Caro Baroja. Al respecto, trasladamos a esta obra sus conclusiones, tomadas de documentación que remite a mediados del siglo XV.

"Las Bruxas, con el pacto que tienen hecho con el diablo, dicen "nuebas" de lo que pasa en la mar y en el cabo del mundo, a Vezes con verdades y a Vezes con mentiras, porque se ha visto por experiencia decir al segundo día del secesso lo que passó en cien leguas o quinientas o diez mil y ser assí verdad y no poder aberiguar quien fue el primero que lo dixo y esto será la causa impulsiva porque se hazen a las bruxas por saber nuebas de sus maridos e hijos que andan a las Yndias y a Terranoba y Noruega..."

"¡Gracias a nuestras "sorguiñak" las mujeres de nuestros "mariñerak" sabían de ellos!...y por su culpa ingresaban en la satánica legión que el fuego de la Inquisición se entregó a combatir con santa saña. Aunque, por la necesidad de zaber, nuestras mujeres no reparan en que las bruxas son quemadas en pira por actos de lujuria y por el stipendio que les da el diablo y por comidas aunque malas y dezabridas que entregadas en la mala secta y profesadas les parece imposible salir de ella y no quieren convertirse no decir la verdad. Pero nuestras mujeres creen más en ellas que en los curas.

 

LAS FACTORÍAS ARTESANALES:

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Estas documentaciones surgen como conclusiones finales sobre usos y costumbres y fundamentalmente sobre la logística aplicada para mover animales con peso muerto entre siete y diez toneladas con motivo de la expedición  científica dirigida por el Abate Lévesque, en el curso del año 1968 en la desembocadura del río San Lorenzo.

Demás está decir que las jornadas dedicadas a la caza de la ballena propiamente dicha, carecían de horario prefijado. Tenían a su favor, las propias costumbres de las ballenas cuando nadaban en grupos de entre treinta y cuarenta. Navegaban a la luz del día y por las noches se alimentaban de los cardúmenes que encontraban a su paso. para dormitar, claro está, buscaban la profundidad de los mares y océanos. De la documentación dejada por el religioso, sabemos que más tarde, una vez que la ballena fuese transportada por las txalupas hasta la orilla, se la arrastraba a tierra mediante un sistema de cuerdas y troncos redondos colocados debajo del animal. Al cabo se la despedazaba con cuchillos y hachas, cortando al mismo tiempo la grasa en grandes trozos para luego trasladarlos a las calderas, donde era convertida en aceite. Por su parte, los hornos, con formato de herradura, la mayoría de ellos y construidos con todo tipo de materiales y deshechos, como las piedras y los ladrillos, estaban ubicados debajo de cobertizos, que tenían  en su parte superior grandes calderas. Estaban construidas sobre un diámetro interior de seis pies y con una altura de dos pies (medidas actuales). Recordemos que dentro del horno ardían restos de la propia ballena, leños y maderas para ayudar a potenciar el fuego.

En la medida que la grasa se derretía hasta convertirse en aceite, se la colocaba en cubos de madera que de inmediato eran trasladados a otros cobertizos más cercanos a la costa, puesto que al paso de los días, iban a ser cargados en las naves que los transportarían a Europa. Cada tanto, el aceite era regado con agua fría, tamizado en forma fina y vuelto a colocar en otras barricas. Todos los desechos, una vez acabada la faena eran arrojados nuevamente al mar.

En lo referido al mantenimiento de la carne a transportar a Europa, el tiempo estimado transcurrido entre el momento de la faena en América y su consumo en tierras europeas era de noventa a cien días, aproximadamente. La carne era mantenida en buen estado mediante un proceso de salado profundo y también con la utilización de una salsa de consistencia líquida muy condimentada, compuesta por perejil, ajo, vinagre y ají molido. En nuestros tiempos lo conocemos como "chimichurri". 

A propósito de los difícil que nos resulta en pleno siglo XXI comprender el estado de conservación en que llegaría la carne a Europa, tras los casi noventa días transcurridos entre su faenamiento y consumo, el propio religioso Lávaque nos dejó sus impresiones. La experiencia la llevó adelante junto a un equipo de investigación con carne de tiburón "condimentado" en la isla de Labrador y tres meses más tarde "saboreado" en Francia. Las conclusiones resultaron dispares, puesto que mientras para algunos la carne "era incomible", para otros, la carne masticada dejaba en el paladar un regusto de compleja definición.

Consultados distintos especialistas de otras ciencias y disciplinas concluyeron en que en el alto medioevo la tierra tenía climas muchísimos más fríos que los actuales y que ese factor incidía notoriamente en la conservación de la carne. Falta aquí un principio arquidémico para poder ser más más contundentes en nuestras convicciones.

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