La muerte del Emperador Carlomagno, producida en el año 814, dos años más tarde del cruento enfrentamiento en el que fuera derrotado por los caudillos baskones y que la historia registra con "La Segunda Batalla de Orreaga", generó optimismo libertario en los líderes de la alta montaña navarra. Cuando entrevieron la posibilidad de librarse del yugo franco, comenzaron con las primeras discusiones sobre el modo de crear un reino. 

Aunque, no es menos cierto que durante el año 813, los territorios baskongados vivieron envueltos en períodos de intensas agitaciones bélicas como consecuencia de los nuevos intentos de dominación por parte del imperio franco, a pesar del debilitamiento marcado debido a las luchas palaciegas de sus herederos. De todos modos, un año más tarde desaparecía la figura militar más poderosa de aquella Europa y tal vez, del mundo de su tiempo, protagonista  indeseable que para los pueblos baskongados había significado una pesadilla interminable dado el asedio  a que los sometiera tras la derrota que sufriera en el año 778 en el paso de Orreaga.

De esta primera batalla también habían surgidos triunfadores los caudillos baskones cuando en los desfiladeros de Burgi le infligieran su primer traspié continental. Tampoco es menos cierto que aquel gran paladín del cristianismo y de la civilización occidental forjaría para su propio imperio, extensos períodos de pujanza y esplendor económico-militar inigualables. Recordemos que el propio Carlomagno, tras su humillante derrota del año 778 había emprendido una brutal política de desnacionalización de los pueblos akitanos y baskones a manera de represalia.

Y fue tal su sed de venganza que cuando a partir del año 806, tras repartir su imperio con sus hijos, encargó a uno de ellos que sometiera a ambos pueblos a una falsa unidad con la intención de mejor controlarlos. De acuerdo a las documentaciones dejadas por el poeta caballero valenciano, Ausiás March (1397-1459), Carlomagno había tomados dichas decisiones debido al temor que le causaban los siempre "díscolos nefandos" (sic) dueños de las tierras que habitaban. Sin embargo, tras su fallecimiento, el destino del imperio franco también quedaría herido de muerte, como consecuencia de los permanentes enfrentamientos entre sus propios hijos por apoderarse del reino.

Y fue así como en el año 816, ya cansados de los permanentes atropellos a que eran sometidos, los sentimientos nacionalistas baskongados harían crisis mediante un levantamiento general liderado por el legendario caudillo, GARZÍ-ENEKO, tío del futuro rey Eneko Aritza. Aquella rebelión marcaría el quiebre definitivo en la Historia euska, porque nuestros ancestros ya no lucharían solamente por restaurar en el Ducado de la Baskonia su legítima dinastía, sino que también habían decidido crear un reino independiente. Sin embargo, este incipiente movimiento libertario se vería notablemente afectado por la muerte de su carismático caudillo cuando a orillas del río Adur muriera en un enfrentamiento con una fracción de los ejércitos francos.

Los años siguientes mostraron en las regiones baskongadas notorias convulsiones debido a los mixtos enfrentamientos entre francos y musulmanes, entre musulmanes y baskones y éstos con los francos. De todos modos, justo es convenir que los ejércitos profesionales extranjeros nunca pudieron posicionarse como claros vencedores de ninguna batalla (si, lo hicieron en contiendas diversas) y mucho menos hacer dueños por demasiado tiempo  de los sitios que conquistaban. Sí, lo consiguieron en las grandes ciudades. En realidad, todo era desechable y provisional, aunque no fue menos verdad que desde el sur de la península, los musulmanes, a través de la Casa Andaluz, liderada por la familia Abderramán, seguían adelante con sus planes de invadir Europa, haciendo base en los territorios navarros.

habremos de tener en cuenta que una siglo más tarde de invadir la Hispania, las facciones internas árabes, entre las que se contaban los berberiscos y muladíes, generaban reclamos permanentes sobre territorios que les fueron prometidos pero nunca entregados por Abderramán I, más allá de las promesas realizadas. Estos levantamientos foráneos, posibilitaron que casi todos los movimientos nacionalistas liderados por caudillos pamploneses y navarros cobraron relevancia desconocida hasta aquel momento de la Historia.